El viejo Sarrià-Sant Gervasi, el distrito más residencial de Barcelona, conserva un aire de pueblo que lo convierte en un núcleo residencial exquisito y tranquilo. Rodeado de zonas verdes, se alinea a lo largo un Tibidabo lleno de edificios y espacios dedicados a la ciencia y a la diversión.
DONDE CONVIVEN CONOCIMIENTO Y DIVERSIÓN
El distrito de Sarrià-Sant Gervasi es uno de los mayores de la ciudad. Un casco antiguo, con aspecto de pueblo, de calles estrechas y plazas pequeñas, rodeado de jardines, y que es, además, la puerta de acceso al gran parque natural de Barcelona, Collserola.
El viejo Sarrià-Sant Gervasi conserva aún todo el encanto tranquilo y señorial del lugar donde menestrales acomodados y burgueses instalaron sus palacios y casas modernistas. Al pie de la plaza de John F. Kennedy, mientras los ojos quedan cautivados por un espléndido edificio modernista, subir al Tramvia Blau transporta a un mundo de otra época, ya que a lo largo de poco más de un kilómetro por la avenida del Tibidabo sigue los pasos de la historia más reciente de la ciudad, de la Barcelona que quiso imitar a París con una gran avenida ajardinada que culminara con una iglesia, el Templo Expiatorio, parecido al Sacré Coeur. De la Barcelona que quiso ser como Londres, abriendo para los ciudadanos un gran parque de atracciones que se ha mantenido como uno de los puntos de ocio más destacados de la ciudad. De la Barcelona que ha dado nuevos usos a palacios, edificios y espacios, y ha integrado uno de los museos de la ciencia más modernos y que es un referente en toda Europa.
POESÍA Y NATURALEZA
Sarrià-Sant Gervasi es también las calles estrechas del antiguo barrio, por donde pasó y paseó el gran poeta J. V. Foix, calles que, casi sin que nos demos cuenta, se abren a un gran parque, Collserola, donde el asfalto de repente se convierte en tierra. Vale la pena subir en ferrocarril o incluso a pie y adentrarse en el mundo verde de la sierra de Collserola, con más de 11.000 hectáreas de extensión, donde se palpa la naturaleza. Allí se pueden ver, los días de primavera, jabalíes que pasean con aire majestuoso, se puede desayunar en las áreas de pícnic y se puede culminar con la visita a la montaña del Tibidabo, todo un referente de la diversión, y contemplar las mejores vistas de la ciudad desde las alturas.
Fuente: barcelona.cat